# 2
La transparencia de los cuerpos encerrados, los juguetes de los niños repartidos como fantasmas por el piso, las copas de los árboles recién florecidos de la primavera, una melodía estridente que se confunde con las voces de una pantalla que no cesa; vivir en pijama, fumar como única posibilidad de escape en un balcón minúsculo, mientras la lluvia nos cae lenta, alumbrando la enfermedad de afuera, pero también la de dentro: en este poema inédito, Begoña Ugalde nos entrega una postal profunda y estremecedora del encierro del que todos fuimos víctimas, poniendo de relieve la certeza de que encierros hay muchos y que probablemente uno de los más peligrosos sea el encierro del cuerpo femenino, dando tumbos entre mamíferos con los que se comparte la mañana, la tarde, la noche e incluso la escritura. La poesía como testimonio de aquellos días, pero también como la posibilidad de narrar esos destellos que, pese a todo, son igualmente dignos en su cotidiana, pesada belleza.
Llevamos treinta días de encierro
escribo cuando empieza a atardecer
mi hijo menor ve a los pies de la cama
una película de superhéroes
sus diálogos chillones
entran en mi campo auditivo
justo cuando estaba a punto de lograr
alguna frase que no suene obvia
El destello de las explosiones
saturadas de colores primarios
se cuelan en las imágenes
que intento construir con léxico confuso
sus risas exageradas
sus absurdas luchas entre buenos y malos
arruinan por completo
el tono ambiguo de mis poemas
Como no logro escribir fluido
me asomo al balcón y fumo
con el sol de la tarde
acariciándome la espalda
el humo que circula por mi sangre
me hace olvidar un rato
que el fantasma de una enfermedad
que una enfermedad y sus fantasmas
que la muerte como posibilidad cierta
que la vida en suspenso
que una pregunta insistente
recorre ahora el mundo
o lo que entendemos como mundo
Sigo con la mirada las siluetas del tabaco
en el aire
mi cuerpo persigue obstinado
un poco de calor y la música del balcón de enfrente
If you like Piña Coladas and gettin’ caught in the rain,
If you’re not into yoga and you have half a brain,
If you like making love at midnight in the dunes of the cape,
Then I’m the love that you looked for, write to me and escape
Traduzco mentalmente los estribillos
de esa canción ochentera que sugiere una huida
al mismo tiempo que percibo el sonido de una pelota
que rebota contra una pared
y la conversación telefónica de la vecina japonesa
que fuma también en pijama
sentada en su balcón
mientras su poodle toy le muerde los talones
Todos los sonidos son una sola composición
neutralizados por el viento cálido
del comienzo de la primavera
y yo deseo elevarme como hoja o brote
en una alfombra voladora en un avión brillante
ser un destello
desintegrarme como los dibujos animados
que hipnotizan a mi hijo
Es normal, me digo, sentir el desgaste
a fuerza de compartir con otros mamíferos
el sueño la comida la respiración
y en el espacio doméstico sin intervalos
querer volver transparentes los cuerpos
atrofiados por el encierro
y el continuo entrar y salir de las habitaciones
esquivando los juguetes diseminados
por el suelo y sus grietas
Es normal cansarse de traducir la repetición
difícil apreciar el silencio incompleto, lo inverso
al grito o sirena, este nudo
este mandato repentino de estar lejos de las amigas
mendigando energía solar a un cielo inexpresivo
en el espacio flotante de nuestros balcones
Pero aún queda algo de luz afuera
la lluvia cae horizontal sobre las copas
que ocultan parcialmente
el bar cerrado del entresuelo
y es primavera, es primavera al fin, me digo
reverdecieron en pocos días
las ramas antes desnudas donde hace poco
parpadeaban
amarillas y celestes las luces navideñas
Algunos trenes quedaron atrás
pero mi casa es muchas casas a la vez
y debería bastarme con el humo
que entra y sale tendencioso de mis pulmones
para posponer el desconcierto
la bulla mental
voces que invitan a leer novelas viejas
metida en la cama semanas enteras
Reconozco en las manchas y erupciones
de nuestra piel pálida
la sed absoluta de intemperie
reconstruyo en el ramaje de las copas
un paisaje que es todos mis paisajes
un hueco que se parece a otros hogares
un círculo imaginario que funciona como corazón
madriguera o vacío
Debería bastarme con ver el agua caer horizontal
o casi horizontal sobre los plátanos orientales
antes sin hojas ahora de un verdor imposible
con este milagro tan simple debería ser suficiente
con los sueños húmedos
que sugiere su golpe sobre los tejados
el canto de las goteras en las baldosas
la visión de las suculentas
hinchadas de agua
el oxígeno que brindan sin pedir nada a cambio
Debería bastarme con esta sinfonía
de canciones que no elegí
porque no hay a mano otros milagros
que milagros antiguos como un cielo cualquiera
que libera de pronto su humedad
Exhalo el humo lentamente y me digo
una vez más
debería bastarme con la lluvia
que cae sobre las cosas hasta oscurecerlas
y volverlas blandas como la cama deshecha
donde mi hijo hace una guarida
Garabateo entonces palabras sobre el cuaderno
para aprender a amar el mundo así
suspendido
salvo el suave movimiento
de las copas de los árboles siameses
a las que les confío mi historia cuando hablo sola
Los créditos de la película de superhéroes
pasan frente a los ojos tan abiertos de mi hijo
pienso en calentar comida mientras tarareo
la canción de la piña colada
Pongo a calentar agua en una olla
afuera hay una enfermedad
adentro hay una enfermedad, me digo
pero al menos hay menos tráfico, menos ruido
y mi barrio ahora suena
más parecido a un barrio de infancia.
Begoña Ugalde Pascual (Santiago, Chile, 1984). Es dramaturga y poeta. Licenciada en literatura Hispánica por la Universidad de Chile y máster en Creación Literaria por la Universidad Pompeu Fabra. Ha publicado los poemarios El cielo de los animales (Calle Passy, Chile, 2011), Thriller (PLUP, Buenos Aires, 2011), La virgen de las Antenas (Editorial Cuneta, Chile, 2011), Lunares (Libros del Pez Espiral, Chile, 2016), Poemas sobre mi normalidad (Ril editores, Barcelona/Santiago, 2018) y La fiesta vacía (Editorial Tege Libros, Barcelona, 2019). Es autora de diversas obras teatrales y ha obtenido varios reconocimientos literarios, entre los que destacan la Beca Fundación Pablo Neruda (2004), el primer puesto en el concurso Santiago en 100 Palabras (2011), la beca del Royal Court Theater (2013-2014), la beca de Creación Literaria del Fondo del Libro (2009-2016) y el primer lugar en el Premio Francesco Candell (2017). Su primer libro de cuentos lo publicó recientemente con el sello Penguin Random House, Es lo que hay (Editorial Alfaguara, Chile, 2021).