# 3

saranchá

Atisbos de literatura iberoamericana

BERTA GARCÍA FAET

En estos poemas de Corazonada, Berta García Faet insiste en la posibilidad de reconstruir un paisaje afectivo, demostrando que toda emoción, por vieja o nueva que sea, está atravesada de palabras. Son ellas las que tienden la conexión entre un cuerpo y otro, los hilos fugitivos del amor. En estos poemas quedan expuestos, justamente, los retales de ese diálogo, palabras susurradas al oído como el aire tras un punto, una coma o una raya que marca la partida.

Las primeras conversaciones
de quienes más tarde
serán novios

—...Porque el lenguaje nos restringe, esgrimamos acción y besos;
dirán (“dirán”) los cuerpos sus
omnívoros signos.
—...Pero los actos, para significar, deben pensarse:
ahí vuelve el lenguaje (nos restringe), es una trampa. 
—…Porque somos y, ¿qué te parece 
(¿bien?) habitar la trampa?
—...Suena divertido. 
Sexy.
Alternar cuerpo y lenguaje, cuerpo y lenguaje, hacia las fantasías
de encajarlos
espejo con iris, iris con espejo, epicarpio y papel
de regalo: la fruta es un regalo.
Tu cara es un regalo.
—Tu cara es un regalo.
—No, tu cara es un regalo.

Como la solución a la masacre de la epistemología no existe tampoco
(sólo se me ocurre la inercia de Hume,
dirá una; la otra voz: ¿será la solución? ¿inferir sin inferir,
confiar en la mañana?),
como la solución a la masacre de la epistemología no existe tampoco
y nunca existirá,

tenemos todo el tiempo de dos vidas
para comer raicillas 

y mascar regaliz y para charlar
de criptozoología y novela negra
y novela rosa.

Postal escrita por las dos caras

I

recorrer un desierto. marruecos en taxi y. tus labios. el mal du pays, la sed de. espaldas de. males de. países.

dentaduras exhaustivas entre essaouira y fez. ochocientos kilómetros ochocientos prodigios: ipsissima verba (las confesiones nocturnas), ipsissima gesta (el sexo, el desmayo): las tripas del pescado, la pasión de. agosto, la menta, la. gaviota, la escarcha del. sudor.

guiños exhaustivos entre essaouira y fez. palmípedas palmeras que susurran sherezade, eterno amor prosódico que no puedo traducir. ¿cómo decir arena, siempre, asfixia cruda? ¿el piar de las nubes, maraña, densidad?

II

silencio exhaustivo entre essaouira y fez: camellos inclemencia mar (desgañitado); laberinto, aire-flor y. panorama de arcilla. montículos de moscas enjoyadas: melaza. cordilleras de mujeres drapeadas: escondidas. ficciones etnocéntricas tiznan mi fascinación. pero el resto no es exótico, ni oriental, ni el resto: el cielo desconchado (equus africanus asinus), motocicletas escuálidas (rezos, pan, sordomudos), y el recuerdo (fresco-amargo) del río Oued-Ouzoud.

III

tus palabras y tus actos: la promesa (eucaristía), la delicia (chapuzón), los horizontes. y delante, el conductor se autoinflige la cuaresma (el ramadán); tú, de copiloto, duermes, duermes, duermes; detrás, yo su. fro, hi. po, escru. to la belleza del. paisaje. ocho horas de fiebre, felicidad, baklavas.

esos dos niños abrazados, espalda con espalda, en el. desierto. la sed. de espaldas. de bienes. de países.

dentro del taxi, esos dos niños.

Jimena

cuando jimena era una niña,
lloraba mucho por las noches
pensando que su madre, algún día, moriría

cuando jimena me cuenta que cuando era niña 
lloraba mucho 
pensando que su madre, algún día, moriría, 
veo, ayer, a aquella jimena
que aún no conozco
llorando desconsoladamente, inundando
desconsoladamente

todos los ríos de Colombia, 
todos los ojos de todos 
                                           los caballos que jimena-niña arrulla,
todas las selvas de Colombia,
todas las bocanadas de limoncello 
                                                               que jimena-niña cultiva
como flores de
marihuana

y cuando jimena me cuenta que, cuando era niña, 
se moría 
al pensar que, algún día,
moriría,

me veo en ella 
                          aunque aún no he nacido 
y sorbo el té azul 
                                que me ha regalado
y absorbo el sol
                             que, muy despacio, llovizna
  
sobre la Barcelona veloz de mi 
sueño dulce y del sueño dulce de
                                                             jimena

y cuando jimena me cuenta que, cuando era niña, 
lloraba mucho
                          sobre la almohada
porque había creído que su madre 
era inmortal y alguien le dijo
que se equivocaba

sé que, algún día, escribiré un poema
sobre este momento 

y sé que este momento 
nos une,
               jimena,
hasta la muerte

hasta sus muertes

Berta García Faet (Valencia, España, 1988) es poeta y traductora. Ha publicado los libros de poesía Una pequeña personalidad linda (La Bella Varsovia, 2021); Los salmos fosforitos (La Bella Varsovia, 2017), Premio Nacional de Poesía Joven “Miguel Hernández” 2018; La edad de merecer (La Bella Varsovia, 2015), traducido al inglés por Kelsi Vanada con el título de The Eligible Age (Song Bridge Press, 2018), y otros cuatro poemarios, reunidos en Corazón tradicionalista: Poesía 2008-2011 (La Bella Varsovia, 2017). Ha traducido, entre otros, a Paul Legault y a Blanca Llum Vidal. Es Doctora en Estudios Hispánicos (Brown University).

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