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Hay poesía que se te mete a la oreja y caracolea hasta la mente ya hecha pulso, nervio, canción. Ninguna palabra llega derrotada aunque estas traten de la derrota, la de vivir ahora, pulsando teclas del teléfono, camino al trabajo, camino a nada, la de uno y la de tantos. Pues la poesía, sacando ritmo a lo mecánico, tal vez lo redime, o al menos lo impugna. El canto, hecho de frustraciones e insistencias, no está muerto. Alexis Aparicio escribe con rabia entre los dedos y un instrumento en el oído, hilando los hechos, exponiendo la decepción anticipada, enfocando la desmemoria y la miseria.
Cuando el mundo, indiferente, entrecruza los azares y dibuja tu mirada de cansancio. Cuando el teléfono, sacado en pagos, cede ante un jalón en el transporte —tu tiempo de trabajo a la basura— y buscas, entre espejos de rostros resignados, algún cómplice, un culpable, una tímida mirada compasiva que diga lo siento. Cuando el hambre y la espera el correo de la empresa interesada en tu perfil la sagrada palabra, contratado, que presientes se ha extraviado entre la red infinita de fracasos que pueblan tus mensajes. La espera y el hambre. Cuando nutre de rencores el lenguaje de la que otrora endulzaba hasta el insomnio. La soledad, el desamparo que es querer. La idiotez de tomarte los ahorros única quietud a la que asirse que te otorga el semblante de los viejos que te daban pena cuando niño porque das pena. El mundo, indiferente. La sentencia monocorde del latido.
Tú designas el anclaje de las horas cuando abres, extraña memoria, las cuencas en que ocultas cicatrices. Como mar contaminado, como vidrio en las banquetas, emerges de la lluvia que lacera los residuos humanos del mendigo; de camiones que transitan el cielo esmaltado con color de la pobreza; de quemados cables que abren cauce en los pulmones de un recién nacido. Emerges y te asientas en la espléndida miseria donde ensaya sus gobiernos el infierno. Cuando abres, extraña memoria, las entrañas coaguladas del llanto, tú designas el anclaje de las horas.
Alexis Aparicio Díaz (Ciudad de México, 1999) es estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas en la UAM Iztapalapa. Ha publicado textos en las revistas Reverberante, Marabunta y Katabasis. Escribe cuentos, ensayos y poemas feos. Su nombre es Nadie.