# 3
© Stephanie Bienes Granito
La poesía como espejo de la decadencia del ser, leve testimonio de la inevitable degradación, y el ser humano al centro, como único testigo. En los siguientes poemas de Mario Pera volvemos a encontrar ese alto vuelo que caracteriza a la poesía peruana, mezcla de grandiosidad y prosodia, en donde la imagen de las hormigas, el vientre, la madre o el fuego se convierten en símbolos de una multiplicidad de significados que nos disparan hacia el territorio íntimo del sujeto.
Qué soy que no puedo separarme de mis huellas ni despojarme de mi piel para empezar a vivir en carne viva este abismo que crece tan ciego raíz de un arbusto que se entierra en su muerte sin saber que fluye por los otros caminos del planeta hundiendo su tiempo en el tiempo de lo divino. Extraño la vida. El Pensativo dirá que me escondo tras la sombra de un caracol hambriento o tras el andamio ampliamente cansado que mantiene en pie mi cuerpo y avanza hacia atrás con el corazón infartado de dolor, pero toda flama arde por mi fuego por mi ausencia y besa conmigo este mundo que ha nombrado con horror ¡mujeres de alegría tan distinta! Como aquella que terminó por parirme sin aceptar el consejo de su propia voz.
Entre la diestra de tu sombra y el rayo de sol se diluye la oscuridad. He cavado ciego en tu regazo, preguntando: ¿Dónde nacerá nuestro hijo? Pero el eco de mi voz se consume áspero etéreo en la orilla de esta hoguera. Caído el telón extraños ojos plañen un amor quebrado. En tu interior mi sangre son lágrimas que se evaporan y entierran los huesos derruidos de mi historia.
de Ruido blanco (2011).
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Aquí, toca ser lo que no era negro consuelo el fuego buscando el canto aquella tromba seca que arrastra y entierra cada página de la Historia, que no oye mi voz laberinto que desova paciente en un rincón, o algo similar, por quinta vez se deshoja tras la ventana la vida misma ¿y luego? toca conciliar el olor a sacrificio con el aire tibio a especie humana a inutilidad en mis sentidos buscar lo que me lacera entre estos pinos y su oscuridad Arde el domingo en mi frente un cúmulo de liquen va creciendo lento en mis ojos estalla cada lágrima cada gesto se alarga se llena de caos una y otra vez el mismo movimiento se desplaza la región se aleja el retorno de los ciegos y nuevamente la nada
una larga fila de hormigas avanza por la calle vacía se arrastra con el silbido del viento como una ola sobre la grava e impone una ruta hacia el final
del estío mirando al sol en un punto
único punto trágico que avanza
en los bordes sin dudar y se desliza abriendo la sombra de un hilo que alarga las horas
armando los nudos de una jaula que crece devora el asfalto y lo convierte en un amasijo sin pulso sin brillo buscando lo vivo la lluvia en el cabello al final de la vida librado al deseo de una larga y única fila de nervios eslabones que arrastran los días el absurdo eco de una locura tan poderosa que nadie sino yo solo yo y el primer rocío de la mañana escucha
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Mario Pera (Lima, 1981) es Magíster en Medios, Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de Barcelona. Publicaciones recientes en poesía: Y habrá fuego cayendo a nuestro alrededor (Amargord, Madrid, 2018); como antologador: De este lado del cielo. Nueva antología de la poesía peruana (Descontexto, Santiago, 2018). En ensayo: Comunicaciones marcianas. Revista Amauta, a 90 años de la vanguardia peruana (junto a Roger Santiváñez, Lancom, Lima, 2019); en ficción histórica: Momentos estelares de la Independencia del Perú (junto a Bruno Pólack, Planeta, Lima, 2022). Obtuvo el Premio Ilustre Municipalidad de Cuenca en el Festival de la Lira (Ecuador, 2013).