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En un mundo donde pareciera que lo único relevante es lo que acontece en la inmediatez de la red, Alfonso Matus vuelve su mirada hacia lo más recóndito de la memoria austral: los canoeros yaganes. La poesía vuelve a ser utilizada como puente o espejo entre el presente y el pasado para proyectarse hacia el futuro. Reconstruyendo la posibilidad de la arqueología a través del lenguaje, en estos poemas inéditos Matus nos devuelve esos tesoros que creíamos perdidos: nombres y sucesos que emergen para interrumpir la cadena de olvidos que han cimentado la historia.
In memoriam
Martín Gonzáles Calderón, último canoero yagán.
En qué ampararse, en qué creer al oír al hombre rapado, combada cicatriz en su sien derecha, compungido por el dolor decirte, agradecido, tras beber un café frente al mar: «Dios te dará algo a cambio». Así, a secas, con tonalidad de tronco erguido de tronco afianzado en la tierra, confidente del viento. Y la frase «se busca» tras tu partida a la intemperie. «Partir con el alba, estar siempre listo para zarpar»: Tánana, en yagán, como el último de sus navegantes, Martín Gonzáles Calderón, solitario en una bahía del archipiélago fueguino restringido por la normativa oficial: motor sí, canoas no. Desterrada la memoria del mar, sus mareas, síntomas y signos cuyo acervo resguarda el canoero tal como una caverna incuba símbolos de remotas pinturas rupestres. ¿Qué será de quienes resguardan esas escurridizas memorias remando aún, a contracorriente por los vejados fiordos de la historia? Son secretos que resguarda la memoria de la nieve, huésped que pronto partirá de retorno al alfabeto celeste.
Anémonas, esponjas y algas son los nuevos tripulantes del Endurance, el barco que naufragó hace + de un siglo en el mar de Weddell, obligando a Shackleton y los suyos a acampar meses en un islote subantártico. Al fin lo hallaron, casi intacto, con el nombre aún grabado en el casco. Leo la noticia como un arqueólogo frente al sarcófago de un faraón que escapó de su funeral para volver a explorar los confines de este mundo. Ese mismo día leí al hacedor de lentes, que pulía vidrios e ideas hasta expresar la transparencia del laberinto infinito, que unos llaman Dios y, otros, universo, al afirmar que cada cosa persevera en su ser. Spinoza murió el mismo año en que se descubrió la velocidad de la luz. ¿Él describió su arquitectura? Bajo la luz del mismo sol que guió y eclipsó a estos exploradores de límites, llegó a mis manos, el mismo día, un libro rescatado a horas de su destrucción inminente. Kim halló las Voces, de Porchia, mientras recolectaba revistas en el centro de reciclaje. Como el amuleto que resiste al incendio y la abeja que poliniza la última flor, volvió del olvido para asombrarme con su aroma añejo, a cosecha de silencios, y reciclaje de luz el mismo día que el Endurance volvió a mostrar su nombre frente a una mirada humana.
Alfonso Matus (Santiago de Chile, 1995) es escritor y redactor del diario Cine y Literatura. Incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, luego desertó y viajó por el cono sur desempeñando diversos oficios como barista y brigadista forestal en Punta Arenas y Tierra del Fuego. Publicó el poemario Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021, Chile). Los poemas presentados son parte de un poemario inédito.