# 1
Están las palomas tristes. Las palomas que apenas llegan a la mesa. Las palomas que mueven la cabeza y les dan espasmos en un brazo. Las palomas que echan a volar repentinamente y chocan contra la pared. Palomas a las que atropellan un poquito —mínimo— y ellas no lo notan, y las otras tampoco. Sin embargo, un gesto que antes no les irritaba, ahora les hace soltar un gritito; “Estoy cansada de esperar a que la vida cambie” o “He oído eso tantas veces” y van al baño, y vuelven, y el que las espera se levanta con ellas, y se van.
Las palomas repudian el silencio —todo lo que se les viene encima son pequeñas perlas de agua— lloran y juegan en algún lugar entornado por la cámara—dicen palabras como ‘Azul’, ‘Ánimo’ y ‘Siguiente’—hay bancos llenos de personas y debajo hay botellas de agua vacías—no importa lo lejos que esté la meta, los juegos siguen; el mismo ritmo, menos pudor—se reproducen y tienen hijos—las palabras cambian pero los imágenes permanecen.
Entras en la habitación llena de sentimientos. Todo está manchado. Los muebles tapizados, irrecuperables. El mantel blanco de excrementos. El suelo lleno de plumas. Han hecho nidos en las estanterías. Han picoteado los libros. Te miran un instante cuando entras. Saltan. Vuelan a tu alrededor rodeándote. Las apartas con las manos. Te preguntas por dónde han entrado, cerrada como estaba... Manoteas. Tu obra piadosamente ordenada. Son demasiadas. Quién dejó la ventana abierta. Las palomas están por todas partes. Vuelas y te agitas. Golpeas los muebles. Intentas escapar por la ventana entreabierta.
Marina Blázquez (Villanueva de la Serena, 1993). Es poeta, artista gráfica y programadora web. Licenciada en Filosofía (Universidad Complutense de Madrid), Máster en Estudios Comparados (Universidad Pompeu Fabra). En 2017 publicó su primer poemario, Tocador, en Ediciones Paralelo. Ha publicado en una diversidad de fanzines y revistas literarias. En la actualidad trabaja en la publicación de su segundo libro, Las palomas suicidas.