# 1
no se toca se acepta la fragilidad no se invoca se acepta la inefabilidad se acepta el dolor y se duele estudiar la dolencia dirá más de ti que tú de ella en las conclusiones yacerán casi todos tus mitos personales.
Escribo al borde de la página
fer un foc
como una invitación a arder dentro de poco. Fer-ho en mi casa o en la tuya reunir todas las cobijas los edredones la ropa de nuestras compañeras y encenderles fuego fer un foc en el límite de España y Francia: hacer arder Portbou crear el mito de la hoguera en el bosque y la luna llena ahí, mirando las llamaradas con un dejo de envidia yesca contra pedernal rama curva sobre la roca. Frótala como si fuera tu habitación o la mía, junta los muebles y sobre todo los libros cada apunte que hemos guardado para este momento escucha cómo late la sangre caliente, huele la piel cuando aún no se chamusca pero casi el olor de la ropa secada al sol o un verano completo en que no nos conocíamos las manos sudadas de tanto cultivar la llama saca el mechero, fes un foc como tu estirpe, manada de locos por la hoguera, adictos al fogón. Dentro de nada, a un par de kilómetros o aquí mismo, escribo el ritmo es esencial para encender una chispa cultiva el roce, préndele fuego a todo abrasando abrazarse calcinar el deseo sin llegar a extinguir
la ceniza.
Es que la palabra tiene un lado descosido por ahí le entra agua comienza a hundirse se va al fondo y se pudre.
Ashle Ozuljevic Subaique (Santiago, 1986). Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica (Universidad de Chile) y Máster en Estudios Latinoamericanos (Universidad de La Serena). Es autora de la novela Anteojos de sal (La Serena, 2014), el ensayo El silencio final (Buenos Aires, 2015), y de los libros de poesía Tres (nlibros, 2016) y Botánica (Liliputienses, 2020). Actualmente realiza el Doctorado en Estudios Linguísticos, Literarios y Culturales en la Universidad de Barcelona.