Editorial #4
Tras la publicación de tres números, es hora de volver a lo que nos condujo hasta aquí: la poesía. Si algo nos acerca a la literatura es, precisamente, la palabra que verso a verso se atreve a construir imaginarios de otro mundo en este mundo. Frente a la soberbia de quienes decretan la muerte de la poesía, quisimos aportar un grano de arena en dirección contraria: demostrar que todavía es posible encontrar voces que se dedican, silenciosa y metódicamente, a explorar en las aguas vivas del lenguaje, como el pescador que, con tan solo una red, se interna en el mar.
En este cuarto número apostamos por voces en su mayoría nuevas, jóvenes que han sabido conmovernos con un lenguaje que se atreve a ir más allá de las poses de moda, de lo políticamente correcto o del refrito de fórmulas que, a estas alturas, no hacen más que hundirnos en el mismo tedio que tiene al mundo patas arriba, sin horizontes posibles. Los textos que les presentamos abordan temáticas urgentes como la interacción humana mediada por la tecnología, la crítica a sistemas políticos colapsados, el despliegue de imaginarios del futuro, o el deseo de cuerpos separados por distancias geográficas o afectivas.
Vande Guru, por ejemplo, explora el lenguaje del amor y la inteligencia artificial: ¿es posible que la máquina escriba cartas de amor? Sergio Madrid poetiza la experiencia de la búsqueda amorosa en el siglo de las App; y Alicia Fernández, por su parte, indaga en los cuerpos que, por más que estén a un click, se abisman. Desde otra vereda, encontramos los textos con reminiscencias clásicas de James Merrill, Adrián Chaurán, Andrea Cacace y Bruno Antón, quienes vuelcan su mirada hacia el erotismo y la pérdida a través de un lenguaje poético renovado que, aunque visite tópicos conocidos, no se agota. Otros textos se abocan a la creación de imágenes futuras, de escenarios apocalípticos –como los de Marina Blázquez— o metalingüísticos alucinados –como en los trabajos de Gabriel Lane o de Drago Yurac—.
La pregunta constante sobre el futuro se topará, en muchos casos, con una reflexión crítica del presente: es lo que encontraremos en los textos de la norteamericana Jorie Graham o del cubano Emmanuel Montes Álvarez. La naturaleza también tendrá su lugar, como en los textos de Victoria Ramírez o de Valentina Paolini, en diálogo directo con el paisaje vivo que nos sitúa como una especie más dentro del ciclo interminable de la vida y la muerte. Por último, Enrique Paredes Bassi y Javier Bello nos invitarán a perder la cabeza en el torrente del poema-río, donde todos los tiempos y espacios se revuelven.
Que este cuarto número sirva como botón de muestra para demostrar que hoy la poesía sigue brotando, que late fuerte sobre nuestros papeles y pantallas, proyectándose al futuro pese a todas las catástrofes del presente.